Artículos publicados en prensa

Dra. Otilia Quireza

Consecuencias del miedo y la falta de contacto físico

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EL MIEDO es una emoción que nos estresa, aumenta el cortisol y baja las defensas.

Si a ese miedo le añadimos el aislamiento al que se han visto sometido muchas personas, las cosas empeoran porque la falta de contacto físico también influye en el sistema inmune.

No hace mucho leí un estudio sobre los efectos debilitantes del fenómeno que el antropólogo Paul Byers llamó hambre de piel, haciendo referencia a como la falta de contacto físico durante la pandemia pudo y puede dañar la salud. La carencia de contacto debilita el sistema inmune, además de influir en el ritmo del corazón, la presión sanguínea, los niveles de las hormonas del estrés como el cortisol.

El tacto es el primer sentido por el que nos comunicamos, el más elemental y el más primitivo de todos. Cuando un bebé nace, se recomienda que sea apoyado, en seguida, sobre el pecho y vientre de su madre. De esta manera, el primer contacto con el mundo después de la experiencia traumática de su propio nacimiento será, la piel de otro ser humano, y en este caso, además, es la piel de su madre.

Si perdemos el contacto con la piel, y al mismo tiempo perdemos las rutinas, la exposición a la luz natural etc., todo ello afectará a la calidad de sueño y posiblemente sea fuente de ansiedad al pensar en cómo vamos a continuar con nuestra vida.

En los 2 metros cuadrados de piel tenemos acumulados millones de terminaciones nerviosas y en las yemas de los dedos de un adulto existen más de 100 receptores táctiles. ¿Será por eso por lo que un masaje, una caricia…nos resulta tan agradable?

Para todos aquellos que han pasado la cuarentena solos, la experiencia ha sido especialmente agobiante, y se asemeja a la vivida por los niños que crecen sin caricias, y cuya consecuencia es una peor salud física y mental.

Posiblemente esta fue una de las razones por las que las personas a las que se les aislaba para que no contagiasen a otros, resultaran rápidamente afectados. Sus defensas se vieron muy mermadas entre el miedo que les invadía, el verse solos y aislados, sin una mano a la que sujetarse en momentos tan angustiosos. Una situación terrible, que ojalá no vuelva a repetirse nunca.

Es increíble cómo un apretón de manos, una palmada en la espalda o un abrazo pueden resultar tan beneficiosos para la salud.

El contacto humano hace sentir a una persona que es importante y querida. Aumenta su autoestima, le hace sentirse segura y disminuye su estado de ansiedad o depresión.

¿Lo mío tiene solución?

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* La salud integral es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estado de bienestar físico, emocional y social de un individuo, y no solamente la ausencia de enfermedad.