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Dra. Otilia Quireza

La preocupación excesiva nos puede enfermar

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LA SITUACIÓN de incertidumbre que estamos viviendo es inevitable que nos genere preocupaciones. Una preocupación es una reacción automática que surge cuando necesitamos resolver un problema, sin embargo, se convierte en patológica cuando nos preocupamos excesivamente y nos pasamos dándole vueltas y vueltas al problema.

Cuando ponemos el foco en la preocupación, tenemos la sensación de que esta crece cada vez más, y cuando las cosas escapan a nuestro control, nos hace sentir vulnerables y nos paraliza.

Recordemos lo que decía el Dalai Lama:

“Si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si no tiene solución ¿para qué preocuparse?”

¿Qué nos ocurre cuando estamos excesivamente preocupados?

• el ánimo decae

• estamos tristes y ansiosos

• somos incapaces de vivir en el presente, en el “aquí y ahora”

• surgen pensamientos negativos y obsesivos

• sufrimos dificultades para conciliar el sueño

• tenemos falta de energía y problemas de salud variados…

No es fácil dejar de preocuparse. Una estrategia que puede ayudar es darle un tiempo limitado a la preocupación. Por ejemplo, dedicar 15 a 20 minutos para escribir las preocupaciones y dejar el resto del día libre de ellas. Una terapia específica puede enseñarte como hacerlo de manera efectiva.

Reconocer la emoción

Es importante buscar en el pasado el origen de dichas preocupaciones, los pensamientos y creencias limitantes que los alimentan y reconocer la emoción asociada, porque nadie se preocupa conscientemente por gusto, sino que existen razones profundas que deben ser detectadas y tratadas adecuadamente para mejorar la calidad de vida.

Solamente podemos cambiar aquello de lo que somos conscientes.

La preocupación excesiva puede causar ansiedad y tener consecuencias en el sueño, el apetito, en el trabajo etc. Cuando una persona se siente desbordado por las preocupaciones puede abusar del alcohol e incluso de drogas.

En situaciones de estrés se libera cortisol, hormona del estrés y pueden generar síntomas como:

• Presión arterial alta

• Boca seca

• Taquicardia

• Fatiga

• Dolores de cabeza

• Falta de concentración

• Respiración rápida

• Transpiración

• Temblores y espasmos

• Desordenes digestivos

• Tensión muscular

• Pérdida de la memoria a corto plazo

Para ayudar a preocuparnos menos, podemos:

• Aumentar la actividad física que mejora el sistema inmunológico.

• Dieta saludable.

• Ser consciente de tus preocupaciones

• Técnicas de relajación como meditación, yoga, Tai chi, etc.

¿Lo mío tiene solución?

4 historias para que veas que lo tuyo tiene solución y puede estar en un lugar en el que todavía no han explorado.
* La salud integral es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estado de bienestar físico, emocional y social de un individuo, y no solamente la ausencia de enfermedad.