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Dra. Otilia Quireza

Relación entre las emociones y la comida

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ACUDE a consulta una persona porque tiene sobrepeso y no consigue adelgazar. Al preguntarle ¿por qué come?, se queda pensando y me dice, como porque hay que comer ¿no? Y después dice, y también como porque estoy muy ansiosa y necesito comer porque parece que me ayuda, aunque también me hace sentir culpable.

Al deseo incontrolable de comer se le conoce como “hambre emocional”.

Hay una relación íntima entre lo que comemos y nuestras emociones; es decir, la comida afecta a nuestras emociones y las emociones afectan a lo que comemos. Y para mantenernos sanos debe existir un equilibrio entre ambos.

Gran parte de nuestra vida se relaciona con la comida: celebraciones, reuniones…, pero también se asocia con situaciones de estrés, tristeza, ansiedad o miedo.

La forma en la que comemos está influida por lo que vivimos desde niños respecto a la comida. Cómo eran las comidas, la cantidad de comida que había en la mesa, el tipo de comida, las costumbres, los mensajes que recibíamos –“no se deja nada en el plato”, “si no comes no creces”, “hay que comer para estar sano…”–, todo ello, de alguna manera fue marcando nuestra relación con la comida.

Es una realidad que la comida, muchas veces, nos proporciona placer y otras incluso puede calmar nuestra ansiedad temporalmente, pero eso no va a solucionar el problema de fondo que debemos descubrir.

Uno de esos problemas es la alteración de la flora o microbiota intestinal. La microbiota es única para cada persona, como su huella dactilar. El estrés libera hormonas que afectan a la flora intestinal alterando su equilibrio y afectando a las emociones, lo que provoca que la persona, por ejemplo, se sienta culpable de no poder frenar el deseo de comer compulsivamente.

Por otra parte, la serotonina es el neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo. El 95 % se produce en el intestino y entre sus funciones destacan que regula el apetito, proporciona calma, serenidad y ayuda a dormir.

Para ayudar a la flora intestinal se prescriben probióticos. Los probióticos ayudarán a cambiar el metabolismo, controlar el apetito y evitar las crisis de ansiedad.

Algunos de los alimentos que pueden ayudar al “equilibrio emocional “y que se pueden incluir en la dieta son los frutos secos, semillas, omega 3, cúrcuma, alimentos fermentados, frutas rojas, chocolate negro…

En un enfoque global, la “nutrición emocional” nutre tanto al cuerpo como a las células nerviosas y ayuda a recuperar el equilibrio y la salud.

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* La salud integral es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estado de bienestar físico, emocional y social de un individuo, y no solamente la ausencia de enfermedad.