La Espondilitis anquilosante (EA) es tres veces más frecuente en hombres entre los 20 a los 40 años.
Es una enfermedad inflamatoria de la columna vertebral que afecta, generalmente, a personas jóvenes y que comienza con frecuencia en la parte inferior de la columna vertebral, en la articulación sacro ilíaca. Produce un DOLOR LUMBAR que es más intenso durante el reposo nocturno, acompañado, a veces, de dolor en los puntos del esqueleto donde se fijan los tendones y ligamentos a los huesos.
No se conoce la causa definitiva. Se sabe, que la EA es más frecuente en aquellas personas que presentan en sangre el antígeno HLA-B27, pero no es específico ni constante. Se estima que aproximadamente el 7% de la población humana posee el antígeno B27, pero menos del 20% desarrollará la enfermedad.
El síntoma inicial suele ser el dolor lumbar debido a la inflamación de las articulaciones sacro ilíacas y vertebrales.
Afortunadamente, no todo dolor lumbar en una persona joven se debe a la EA.
El dolor inflamatorio que aparece en la EA, suele tener un comienzo insidioso, lento y paulatino. Aparece sobre todo con el reposo, mejorando con el ejercicio y la actividad física. El dolor suele ser máximo en las últimas horas de la noche y primeras de la madrugada, despierta al paciente y le obliga a levantarse de la cama y pasear por la habitación para notar alivio. Este dolor lumbar puede extenderse hacia las nalgas y la parte posterior del muslo, confundiéndose, con una ciática.
En algunos pacientes la enfermedad puede comenzar con inflamación de rodillas, tobillos, articulaciones de los dedos del pie, así como zonas de inserción de ligamentos y tendones dando dolor de talón, dolor en el tendón de Aquiles, etc.
La EA suele producirse en brotes con o sin síntomas de inflamación.
Entre ataque y ataque, el paciente puede quedar sin síntomas. Un 30% de pacientes pueden presentar otros síntomas como la uveitis aguda anterior, las manifestaciones cardiovasculares o pulmonares especialmente si se combina con el tabaco. Afortunadamente son hoy muy pocos los enfermos a los que se les sueldan las vértebras y quedan anquilosados y rígidos, y esto es debido a que sabemos que la rehabilitación y la gimnasia adecuada y realizada de manera constante lo impide.
No se conoce ningún tratamiento capaz de curar definitivamente la EA. Existen técnicas de rehabilitación con entrenamiento postural, ejercicios terapéuticos útiles para evitar una evolución desfavorable de la enfermedad. Entre los medicamentos clásicos están los AINE (antiinflamatorios).
Se debe evitar el sedentarismo y abandonar el hábito de fumar. Es importante que, desde momento del diagnóstico, la persona sea consciente que de el depende conseguir una buena evolución de la enfermedad, realizando los ejercicios físicos y de respiración que se le indiquen diariamente. Es muy recomendable la natación. Al dormir, la postura flexionada o inclinada mejoran el dolor aunque es recomendable colocar una almohada entre ellas.
El tratamiento desde la Medicina Integral, implica modificación de la dieta, y es fundamental la corrección de le disbiosis intestinal con lo que se consigue en casos suaves una reducción y hasta eliminación de los síntomas. Se recomiendan técnicas de relajación, yoga, Tai chi y para el tratamiento local los medicamentos biorreguladores resultan muy alentadores.
Norman Cousins, periodista que padecía espondilitis anquilosante que le producía un dolor constante y violento, publicó un artículo en New England Journal of Medicine titulado Anatomía de una Enfermedad, donde describe los beneficios de la RISA en la espondilitis anquilosante.
«He aprendido -escribe N. Cousins– a no desestimar la capacidad del cuerpo y de la mente para regenerarse, incluso cuando las perspectivas parecen pésimas. Estoy persuadido de que la fuerza menos conocida del mundo es la voluntad de vivir.«