Os voy a contar la historia de una pequeña gran mujer a la que le dolía el alma.
Un día esta mujer fue a visitar a su médico buscando alivio a su insoportable dolor.
- Dígame, ¿Qué le ocurre?
- Doctor, me duele el alma
- ¿Qué clase de dolor es ese? Intente describírmelo
- No puedo, yo sólo sé que me duele el alma
- ¿Desde cuándo le ocurre esto?
- Desde que él se fue
- Y ¿Dónde le duele?
- En lo más profundo de mi ser
- ¿Cómo es ese dolor?
- Como si se me escapase la vida
- ¿Algo más puede decirme sobre ese extraño dolor?
- Me hace sentir más vacía que la nada, muerta en vida
Por muchas explicaciones que diese de su dolor, nada llegaba a describir tan claramente lo que sentía, como lo que se podía percibir en el fondo de aquella mirada.
- Doctor, ¿Puede usted curarme?
- Yo solamente puedo decirle, que aquí tiene mi mano para que pueda sujetarse en los momentos de flaqueza, mientras recorre en solitario el camino que le llevará a superar el duelo y encontrar la Paz.